Fomentar la
lectura es clave en la niñez, pero el doble de importante en la etapa
universitaria. El valor que la literatura tiene es visible en la forma en que desde
jóvenes resolvemos tomar posturas sobre nuestro estilo de vida, ideología y
profesión.
Al crear un método
para potenciar el amor por los libros en los estudiantes, es posible analizar
previamente cuáles son los errores a evitar en este plan de acción.
Primer error: Hacer
de la lectura una obligación
Cuando este hecho
se convierte en norma durante la vida académica de un alumno, el estudiante lee
aquellos títulos que debe analizar por formar parte de los contenidos de una
asignatura en el ámbito educativo. Sin embargo, falta la iniciativa personal de
abrir un libro para disfrutarlo. Es decir, un posible error es delegar esta
responsabilidad en los docentes.
Segundo error: No
destinar un espacio a la lectura
El amor por los
libros también puede expresarse a través de la decoración del hogar como ocurre
cuando hay un espacio para potenciar el descubrimiento de nuevas historias. Un
rincón de lectura que quedará vinculado a la memoria de esta experiencia.
Tercer error: No
observar más allá de la lectura
El libro es un
recurso que conduce a la lectura. Pero, en realidad, esta experiencia de
descubrimiento aporta ingredientes que van más allá de este plan de ocio. Los
temas tratados en los libros conectan con la esencia de la vida.
A su vez, el libro
conduce a la aventura de compartir tiempo de calidad en familia. No solo se
trata del tiempo vivido al compás de cada página, sino de aquellas actividades
inolvidables que fomentan la lectura en el hogar.
Cuarto error: Priorizar
el fin en lugar del proceso
Es decir, la meta
de fomentar la lectura no debe quedar únicamente vinculada a este objetivo,
sino que lo verdaderamente relevante es disfrutar del proceso de aprendizaje.
Un proceso que es único para cada persona. La lectura es una herramienta que
potencia la inteligencia emocional en las/os jóvenes.


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